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PAÍS
II
Quiero cerrar tanto los ojos hasta que vuelva a sonar el chasquido del hombre de la puerta, quiero cerrar tanto los puños que vuelva a oler las cáscaras de los plátanos de los domingos cuando el anochecer, quiero encoger tanto las piernas que pueda mantener el sabor de la piel tan repentinamente colgando sobre sus arcos. Quiero sellar mis pies que hasta parezca que vuelo cuando me voy a países que no existieron más, quiero ese trozo de cal cortada que se astilló con el roce de la ropa tan blanca. Quiero creer firmemente que los pasillos miden diez lunas y me quiero llevar otra vez la naranja que se cayó del peto cuando empezaba a reconocer el mes de marzo.
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